lunes, 1 de abril de 2013

Catarina de San Juan. Princesa de la India y Visionaria de Puebla.

Se me representó un bordo de un tanque hermosísimo de leche más blanca que los campos de la nieve y en las cuatro esquinas del tanque o pila reconocí cuatro bellísimos ángeles y advertí que estaba yo dando voces convidando a todas las criaturas para que llegasen a beber aquel precioso licor asegurándoles que engordarían y se pondrían muy hermosas si llegaban a gustar de su suavidad y dulzura. Y aunque a mis voces notaba yo que emprendían muchas almas el camino, como quienes admitían mi convite, advertía también que otras se apartaban de él y otras se sentaban como cansadas, si bien las más llegaban por medio de mis confesores a beber de aquella deliciosa fuente de leche.
Catarina de San Juan. Citada por Ambrosio Odón en Alonso Ramos, segunda parte de "los Prodigios de la Omnipotencia y Milagros de la gracia en la vida de la Venerable Catharina de San Joan", Diego Fernández de León, Puebla, textos preliminares, s. f.


Historia de La China Poblana

Por encargo del virrey de Nueva España; Don Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, marqués de Gelves, quien quiso tener como sirvienta personal a una joven asiática, una jovencita indostana, para cumplir con el capricho del virrey, un comerciante que viajaba entre Filipinas y Acapulco compró a  un grupo de piratas quienes sustrajeron de su lugar de origen a una princesa, de Filipinas, llamada Mirra. Habiendo escapado de ellos, la chica se refugió en una misión jesuita en la antigua ciudad de Cochin, en el sur de la India donde escapó de sus raptores, se refugió en una misión jesuita, en donde se convirtió al cristianismo, fue bautizada y adoptó el nombre de Catarina de San Juan.

Mirra fue raptada nuevamente por los piratas que la habían sacado de su casa natal, y en Manila la entregaron a quien luego la llevó a la Nueva España. Pero habiendo desembarcado en el puerto de Acapulco, en lugar de entregarla al marqués de Gelves, el mercader la vendió como esclava al comerciante poblano don Miguel de Sosa por diez veces el valor que el virrey había prometido por ella. 

Catarina no recuerda el nombre de su padre ni habla especialmente de linaje, sin embargo, recuerda que cuando era niña algunas personas al verla decían que parecía tener sangre real. Por si esto no fuera suficiente, José del Castillo dotó a su personaje de “padrinos”: en primer lugar, la virgen María, que funge como partera y recibe en sus manos a la recién nacida Catarina, y, posteriormente, alonso de la Mota y Escobar, obispo de Puebla, que la confirma.

Raptada por piratas, para su desgracia, es muy bella, lo cual le acarrea problemas de acoso por parte de los corsarios, pero defiende su virginidad. Una y otra será vendida como esclava. Sus padres putativos, Miguel de Sosa y Margarita la compraron no porque desearan tener una esclava, sino una hija.

Catarina de San Juan, o Mirra, probablemente siguió vistiendo a la manera de su tierra (La India) natal, embozada, con un sarí que le cubría el cuerpo completo. Se supone que esta manera de vestir fue la que dio origen al traje de china. Unos pocos años después de su llegada, don Miguel de Sosa murió, dejando en su testamento la orden de manumitir a la esclava. 

Como consecuencia, fué recogida en un convento, donde se dice que comenzó a tener visiones de la Virgen María y el Niño Jesús.

Catarina, según ella, tenía coloquios con Cristo, la virgen y demás santos, ángeles y almas en su madurez. La lucha con los demonios, la disciplina, el hambre, el frío y los dolores eran un modo de acercamiento a Cristo y en este caso, también, la China estaría dispuesta a destruir el cuerpo para salvar el alma. Finalmente, sobreviene el final feliz, para Catarina la subida al Cielo después de su muerte.
Dictó un testamento,a pesar de no ser dueña más que de un par de cosas de poco valor, Agobiada por la edad y constantes ataques de histerismo, murió en una covacha de la casa del capitán Hipólito del Castillo de Altra, sita en la Avenida del Ayuntamiento (hoy Av. Juan de Palafox) número 400, frente al costado de la Compañía, el 5 de enero de 1688, a la edad de ochenta y dos años.

Catarina de san Juan pudo haber sido, como dice Francisco de la Maza, “Santa Catarina de Puebla”. si no porque años después la inquisición lanzaría edictos para prohibir sus retratos, estampas y una de sus biografías. 

El libro Prohibido:



 En 1750 el padre Bernardo Alatrista, la madre María Francisca de los Dolores, la doncella Micaela Josefa Calvo y el inquisidor Juan Francisco de Tagle y Bustamante, se vieron implicados en una situación bochornosa, aunque común: un caso por solicitación ante el tribunal del Santo Oficio. Bernardo Alatrista, uno de los tres biógrafos de Catarina de San Juan, la China poblana, la mujer más ampliamente biografiada en la historia de la Nueva España, de quien un siglo antes de lo que se narra, se entretejieron las historias de una china manumisa y un importante grupo de religiosos entre los que destacan el franciscano fray Juan Bautista y los jesuitas José Vidal, Manuel González, Antonio Núñez de Miranda, Miguel Godínez, Ambrosio Odón, Francisco de Ibarra, Juan de Sanguesa y por supuesto, aunados a esta lista de confesores de la China, los también jesuitas alonso ramos, Francisco de aguilera y el secular José del Castillo Grajeda, para confluir en la creación de las tres biografías de la China.
 La primera parte de la vida de la China que han narrado sus biógrafos referente a su origen noble, su rapto a manos de piratas y su travesía por los mares hasta desembocar en Acapulco sea cierta, pero también es posible que la trama de las novelas bizantinas influyera para aderezar algunos pasajes. Por ejemplo, la historia de Cariclea quien se enfrenta a situaciones comparables con las que narran los biógrafos de Catarina, que debieron deslumbrarse al conocer aquella vida y sus dos grandes aspectos: la historia, por una parte, de misticismo y de religiosidad, y por otra de aventuras, raptos, piratas y búsqueda del destino. Ambos elementos se unieron para dar la rica mezcla en lacual se cocinó la historia de la China poblana. Las narraciones acerca de Catarina cumplen dos claras vertientes: la aventura, que le otorga al texto un ritmo de novela, y la edificación, que lo acerca a la hagiografía.

Catarina de san Juán, representó a lo más marginado de la sociedad novohispana: su condición femenina; la falta de apoyo masculino al ser viuda; la soledad a la que se vio recluida por el hecho de no hablar plenamente la lengua española; la ignorancia; la falta de familia y descendencia; la escasez de amistades; los achaques de la vejez y la imposibilidad de trabajar para proveerse de alimentos y ropa; el ser oriental, o simplemente “china”, como se le llamaba casi indiscriminadamente a cualquiera que hubiera arribado a tierras americanas desde el Pacífico. No obstante, a su paso cautivó a los varones más cultos de su ámbito, no con belleza ni con razonamientos, sino con una intuición manifiesta, una enorme capacidad de observación, amén de las cualidades sobrenaturales que le atribuyeron. Antonio Núñez de Miranda decía que Catarina pertenecía al grupo de eximie predestinados, gente esco gida con singular providencia y destinada para un heroico grado de santidad. José Vidal se declaraba confundido ante su extraordina ria virtud Ambrosio Odón se confesaba obligado a venerarla. Miguel Godínez “reconoció en la sierva de Diós muchas señales naturales y sobrenaturales” y José del Castillo admitía sentirse atónito, embelesado y pasmado ante los prodigios que relacionaba con Catarina de San Juan. todo aquello que en la vida de la China representaba un misterio para sus confesores y allegados, la constituyó como un ser fascinante y encantador: su vida anterior, su mundo lejano y extraño, sus viajes transpacíficos y el insondable mundo interior que manifestaba.


“El confesor de Catarina, el padre Alonso Ramos, escribió su vida en tres voluminosos tomos infolio, en 1689… El pueblo comenzó a venerarla como santa, se multiplicaron sus retratos y se buscaron sus reliquias, hasta que la Inquisición de México, por edicto de 1691, prohibió las estampas de ella, recogiéndolas, de manera que ya no existe ninguna. Por otro edicto, de 1696, prohibió el libro del padre Ramos “por contenerse en él revelaciones, visiones y apariciones inútiles, inverosímiles, llenas de contradicciones, impropias, indecentes y temerarias… ”

La mencionada lápida en la sacristía de La Compañía decía (traducida del latín al castellano): “A Dios Optimo Todopoderoso. Guarda este sepulcro a la venerable en Cristo Vírgen Catarina de San Juan, que la tierra del Mogor dio al mundo y la Puebla de los Ángeles al cielo. Después que había vivido 82 años, amada principalmente de Dios, no menos de los hombres, humilde y pobre en la esclavitud, aunque ilustre por su sangre real, acaeció su fallecimiento, seguido de gran aclamación por parte del pueblo y del clero, en la víspera de los tres Santos Reyes, el año de 1688”.
En Puebla de los Ángeles se le rendía veneración como santa, hasta que en 1691 la Santa Inquisición debió prohibir las devociones populares. 

En la actualidad, el Templo de la Compañía, en Puebla, es conocido como La Tumba de la China Poblana, puesto que en su sacristía reposan los restos mortales de Catarina de San Juan.

 1]http://terramestizomaniatemas.blogspot.mx/2009/06/catarina-de-san-juan-mirra-ni-china.html
[2]  http://es.wikipedia.org/wiki/China_poblana
[3]  http://www.ejournal.unam.mx/ehn/ehn37/EHN003700002.pdf 
[4] http://suite101.net/article/quien-fue-catarina-de-san-juan-a27173#axzz2PEQ24MKy
[5] http://www.acadmexhistoria.org.mx/PDF/DISCURSO_DAVID_BRADING.pdf
[6] http://www.analesiie.unam.mx/pdf/71_37-73.pdf
[7] http://www.soumaya.com.mx/navegar/anteriores/anteriores07/Septiembre/ChinaPoblana.html



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